Después
de un grito desgarrador que levantó al público, la plaza quedó muda como un cadáver.
Aquel 18 de Agosto de 1907, el coso taurino de Sanlúcar fue azotado por la tragedia, la misma que se
vislumbra en cada festejo cada vez que un torero se enfrenta al toro pero que
suele esquivarse por la suerte. Sin embargo la suerte no estuvo esa tarde con el novillero Faustino
Posadas, que tendría el luctuoso honor de ser el primer torero muerto en la
plaza de Sanlúcar.
Aquella
tarde se lidió una novillada con reses
de la ya temida ganadería de Miura para los jóvenes novilleros Corchaito y Faustino Posadas, que se enfrentarían en un mano a mano anunciado
escuetamente en las revistas y diario taurinos. Posadas, que contaba con 22
años, había nacido en Sevilla en 1884[1]
siendo hijo de Francisco Posadas y
Ángela Carnerero. Su padre ejercía como guarda
de la dehesa de Tablada, esa misma dehesa donde un joven Juan Belmonte junto
con otros novilleros, toreaban furtivamente con sus chaquetas las reses que allí pastaban. Inmerso en ese ambiente
ganadero, Faustino apenas terminada la escuela decidió hacerse torero, viendo
que esta era la única salida que tenia para salir de la situación de estrechez
en la que vivía su familia.
Así con ayuda de algún ganadero
amigo de su padre, Faustino Posadas debutaría como novillero en 1902 en
Sevilla, a la que le seguirían otros festejos en Zafra, Alcalá, y Olivenza. Viendo que en esos años no conseguía
ganar mucho dinero, en 1905 decide acompañar a América al matador sevillano Bonarillo. A su regreso a España al año
siguiente, decide hacer su presentación como novillero el 3 de Junio en Sevilla,
para continuar toreando en Madrid y Barcelona.
Aquel 18 de Agosto en
Sanlúcar el primero de los novillos de la terna de nombre Agujeto le tocó en suerte a Faustino, que con mucho oficio le hizo
una faena que levantó la ovación del público. Antes de entrar a matar, Faustino
miró al tendido para brindar la muerte del animal, como era costumbre. En ese
momento el novillo se arrancó rompiéndole con el pitón la faja para luego
introducirle el asta por la tráquea levantando por el aire al torero. Al caer
al suelo, los subalternos viendo la gravedad de la cogida, liaron un capote en
el cuello del torero y rápidamente lo trasladaron a la enfermería de la plaza. Al llegar a
esta, el doctor sanluqueño López Ballester inspeccionó la herida de 10 cm que había
destrozado la región infrahiodea, dando pocas esperanzas de salvación para el
diestro.
Apenas una hora después, mientras que Corchaito tenía que lidiar el resto de
la corrida, Faustino Posadas recibía la extremaunción en la enfermería. Como le
era imposible articular palabra, Faustino Posadas pidió escribiendo en un
papel, que viniera a verlo el ganadero Eduardo Miura, para rogarle que no
desamparara a sus padres. Durante la agonía que se postergó toda la noche, el
novillero estuvo acompañado por su padre y los mozos de la cuadrilla que entre
innumerables cigarros, veían impotentes como la sangre manaba a borbotones
empapando la cama del torero. Esperando un milagro el ganadero Atanasio Martín clavaba en la cabecera
de la cama una foto de la Virgen de los Reyes. Finalmente el milagro no se produjo y Faustino Posadas falleció en la enfermería a las 4 de
la tarde el 19 de Agosto.
El mísero habitáculo,
se convertiría en una improvisada capilla ardiente, a la que se acercaron
numerosos curiosos así como los famosos matadores Bombita, El Algabeño y Serranito que llegaron a la ciudad para
velar el cadáver. Finalmente el día 21,
se trasladó el cuerpo desde la plaza a la estación de ferrocarril para ser
llevado en el tren correo a Sevilla. El cortejo partió desde la plaza de toros
siendo el féretro acompañado hasta la estación por el silencioso pueblo de Sanlúcar. Ese
mismo pueblo que días antes había enmudecido al ver como la muerte aparecía por primera vez en la arena de su plaza de toros.
José Mª Hermoso.
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