San Francisco de Asís. Luisa Roldán. |
Recientemente aún en
nuestra mente el hallazgo documental como obra de Luisa Roldán, el 13 de Mayo
de 1984, en el Ecce Homo de la catedral de Cádiz , volvemos a identificar al
cabo de siete años de aquel suceso otra importante obra de la gran escultora de
cámara.
Días pasados en la
localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, visitaba el convento de Regina
coeli, de la orden de franciscanas clarisas, acompañando a la historiadora
María del Carmen Rodríguez Duarte, que me fue mostrando las obras de arte que enriquecen
dicho cenobio y que prepara un extenso y documentado trabajo de investigación
sobre el mismo; dentro de la clausura, cuando nos encontrábamos ante una imagen
de San Francisco de Asís, tuve la suerte de comprobar que se trataba de una
obra hasta ahora desconocida de Luisa Roldán.
La imagen representa al
Santo de Asís, es de tamaño natural realizada en madera de cedro y de candelero
para ser vestida, con ojos de cristal y pestañas naturales. Sus manos
expresivas y vigorosas, aparecen cerradas, sosteniendo la izquierda un lábaro y
la derecha el crucifijo. La expresión del rostro impresionante, la mirada
profunda y penetrante, y la boca entreabierta se deja ver por dentro en todos
sus detalles; con ello una vez más la célebre escultora vuelve a hacer alardes
de sus acostumbrados virtuosismos en el uso de las gubias, equiparándose a
otros grandes de la estatuaria andaluza. Las manos y pies muestran los estigmas
de la Pasión con análisis pormenorizados de músculos y tendones. Como fiel
complemento a la talla, ofrece esta obra una elaborada policromía que ha
adquirido una gran transparencia con el paso de los años, y además por suerte intacta,
es decir con la encarnación original.
La pieza escultórica
responde al mismo físico del Ecce Homo aludido y a otro de San Francisco de
Córdoba, con quienes comparte grandes similitudes estéticas y la situamos en el
periodo magistral: la etapa gaditana, de 1684 a 1687. Es muy posible que fuese
concertada en Cádiz, mientras la escultora realizaba las imágenes de los Santos
Patronos- actualmente en restauración- y los Ángeles para el monumento de jueves
Santo de la antigua catedral, entre
otras tallas.
La cabeza con sus
perfiles, la expresión y dibujo, las manos y piernas y cuantos detalles vamos
descubriendo en cada una de sus partes nos remiten nuevamente al Ecce Homo que también
participa de la misma policromía.
Es una obra, como
podemos apreciar, que ha pasado inadvertida a historiadores locales antiguos y
a estudiosos de nuestros días de la escultura andaluza; además es enérgica y
vigorosa, valiente en donde una vez más podemos leer el carácter de la
escultora, que tiene poco que ver con el retrato que desgraciadamente le
asignan algunos biógrafos y estudiosos contemporáneos como simple autora de
obras de barro cocido y de pequeño formato.
Por todo ello,
preparamos un estudio de esta hermoso efigie de San Francisco, en una
publicación de arte, que vendrá a engrosar felizmente el elenco artístico de la
célebre artista, a quien se le atribuyen tantas obras sin ningún fundamento, y
que sin lugar a dudas vendrá a llenar una importante laguna en el panorama artístico
de la bella ciudad de Guadalquivir.
José Miguel Sánchez
Peña.
Historiador del Arte.
Publicado originalmente el 26 de Mayo 1991. "EL periódico de la Bahía".
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