“En China las artes no tienen pretensión de
realismo. Hay unos códigos que simbolizan las cosas que se representan”
Pues
no. En mi casa se vivía mucho la música, mi padre siempre estaba tocando la
guitarra y liado con el Carnaval, el coro y demás. A mí me gustaba mucho la
música clásica y ya en el instituto decidí estudiar musicología (historia y
ciencia de la música) pero antes tuve que hacer filología clásica en Granada,
porque esta era una carrera de segundo ciclo. Entonces, estudiando filología
clásica descubrí una optativa de literatura china y cada vez fui interesándome
más por esa cultura y por su música.
Sí,
yo empecé estudiando lo que aquí se conoce como música clásica, que en realidad
es música europea. Pero luego vas estudiando otras cosas y te das cuenta de que
es posible mirar desde otras perspectivas y que hay otras manifestaciones
culturales u otras músicas del mundo que también merecen la atención y el
estudio.
¿Qué es exactamente la ópera de
Pekín?
La
traducción de ópera es algo que hemos hecho porque puede haber cierta
similitud, pero realmente tiene muchas diferencias. A mí no me gusta la
traducción, pero si hubiera que traducirlo más que ópera es en realidad teatro.
Allí lo principal es el libreto, el guión. La música es un recurso expresivo
más. Es una ópera escénica o un teatro musical, como se prefiera en el que no
existe la figura del compositor. En la ópera europea hablas de La Traviatta y
sabes que fue compuesta por Verdi. Aquello es una composición de origen popular
que los actores se aprenden y actualizan según el guión. No hay una gran
orquesta ni se parece a la música de los restaurantes chinos. Es algo muy
diferente.
Esto
es también interesante porque no hay pretensión de realismo. Un hombre puede
perfectamente hacer de mujer y viceversa. Tampoco los vestidos guardan una
relación directa con el tiempo histórico que se quiera representar en escena.
Son totalmente anacrónicos. Hay todo un ritual y unos códigos de representación
que vienen marcados por la tradición y esto lo impregna todo. Por ejemplo, para
un actor representar que el personaje está llorando no llora (que sería lo que
haría en el teatro europeo) sino que se lleva las manos a las mejillas y ya eso
simboliza el llanto. Es muy distinto. Todo esto es cultural. Esto es
esencialismo y figuralismo y nosotros estamos bañados por la crítica poética de
Aristóteles. Ellos tienen otra forma de ver las cosas y lo podemos ver en todas
las facetas del arte desde la caligrafía a la forma de pintar. Una montaña se
pinta de forma muy distinta aquí a como lo hacen en China.
Sí,
esto la hace diametralmente opuesta a la europea. Hay un origen folclórico y
rural y luego se refina. De hecho, hay campesinos que la siguen haciendo tal
como se hacía en su origen. Algo similar en cierto modo al flamenco. La ópera
europea es todo lo contrario, nació representándose en salones privados de la
clase alta y bodas reales. Se haría más abierta ya con la llegada de Mozart,
cuando la gente iba a la ópera a entretenerse, pero su raíz es elitista. No se
puede decir ahora que la ópera de Pekín sea música folclórica, pero en su
origen sí lo fue.
En China hay mucha tradición de
instrumentos artesanales.
Sí,
antes era imposible encontrar dos instrumentos hechos igual o afinados igual.
Ya con la llegada del siglo XX se hizo necesario establecer una estandarización
porque las orquestas necesitan tener los instrumentos afinados con exactitud
para lograr las armonías. Pero existe la figura del lutier como aquí y hay unos
instrumentos muy interesantes.
Por
supuesto, y viceversa. De hecho, ya hay autores que lo están haciendo.
¿Cómo es la vida en un régimen
comunista?
Pues
la verdad es que siendo extranjero no notas demasiadas diferencias. Solo que
tienes `capado´ Youtube y Facebook. Supongo que el ciudadano chino lo notará
más. Yo me movía en un círculo de estudiantes en el que hablábamos de todos los
temas con naturalidad. Fíjate que me apunté en el coro de la Universidad de
Pekín y estuvimos tocando con todos los miembros del Partido y debatimos (en
privado, eso sí) con ellos de algunos temas que allí eran tabú.
Pues
me ha enseñado muchas cosas, pero sobre todo a ver las cosas desde otra
perspectiva y a conocerme mejor a mí
mismo. También he aprendido a valorar muchas cosas que antes para mí pasaban
desapercibidas. Yo he empezado a escuchar flamenco de verdad estando en China y
veo ahora con otros ojos las cosas de aquí.
Vengo
aquí dos o tres veces al año: Navidad, Carnaval y verano sobre todo. Echo de
menos muchas cosas, la vecindad, la comida, el llevar la vida de pueblo… Pero
mi futuro no está aquí. También me he dado cuenta de que había cosas que antes
no me gustaban como la Semana Santa que ahora valoro más. Me parecía una fiesta
hipócrita, con muy poca conexión con el dogma que intentan transmitir y aunque
esto no deja de ser así, cosas peores se hacen en los templos budistas, por
ejemplo. En realidad te das cuenta de que es una forma de expresar que tiene la
gente de expresar folclóricamente su religiosidad. También valoro más las
músicas tradicionales regionales, por ejemplo.
Fotografía: Manuel Jurado y Rafael Caro.
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