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Lienzo de Tapial aparecido en la plaza de la Paz.
Foto.José Mª Hermoso. |
En los
primeros años de los noventa hablar de Patrimonio Histórico en Sanlúcar era
hablar de la ruta del expolio y el abandono. Las importantes competencias que
en este ámbito las leyes atribuían a la Administración Local en ningún momento
fueron asumidas por nuestro Ayuntamiento, ni hubo nunca voluntad de asumirlas.
El vacío absoluto en políticas de protección y puesta en valor de nuestro
Patrimonio Histórico ha continuado hasta la actualidad.
La Ley de
Patrimonio Histórico de Andalucía era, en aquellos años, una excentricidad que,
sin embargo, fue el arma que me permitió, aún desarrollando mi labor desde
oposición municipal, realizar un trabajo del que aún hoy me siento muy
orgulloso.
Así, en
aquellos años, desde el grupo político al que pertenecía, denunicamos y
paralizamos extracciones de arena en yacimientos como Evora, el Cortijo de La
Fuente o La Norieta; conseguimos la declaración como Zona Arqueológica de
Evora; denunciamos repetidamente la situación de joyas de nuestro patrimonio
inmueble como la Casa Arizón, el Fuerte de San Salvador, la Iglesia de La O, el
Castillo de Santiago, Las Piletas, etc. Pero, sobre todo, tuvimos la
oportunidad de elaborar un ambicioso catálogo de bienes protegidos de nuestro
patrimonio arqueológico, arquitectónico y etnográfico aprovechando la revisión
que, en aquel momento, se hacía del P.G.O.U. Gracias a ello pudimos proteger un
número muy importante de bodegas destinadas a desaparecer tras perder la
obligatoriedad del “uso bodeguero” en aquel infame P.G.O.U. cuya revisión
pagaba Hohenlohe.
Cuando
finalizaba mi mandato como Concejal y después de unos años muy intensos de
trabajo, siempre en torno a nuestro Patrimonio Histórico, ironías del destino,
me tocó predicar con el ejemplo: el hallazgo arqueológico más importante
aparecido en el suelo urbano de Sanlúcar había aparecido “en mi casa”.
El “Castillo
de las Siete Torres”, el alcázar árabe de discutida existencia, tan sólo
asentado en las brumas de la leyenda fundacional de nuestra ciudad, estaba
delante de mis narices. Durante años, sin saberlo, todas las asambleas de
Izquierda Unida se realizaron de cara al lienzo de muralla que sirvió de primer
Cabildo de Sanlúcar, justo en los primeros años del descubrimiento de América.
Las quejas de
unos vecinos colindantes por el estado de ruina en que se encontraba una parte
de la casa que albergaba la sede del partido, a la que no teníamos acceso,
obligaron a desbrozar, tirar restos de vigas y tejas apoyadas a duras penas en
un muro y a retirar escombros que anunciaban claramente que aquello fue la
antigua bodega de la casa, comunicada a través de un hueco de enorme grosor con
una patio con salida a la calle Escuelas.
Y ahí estaba,
mil años de historia en forma de colosal muro perfectamente conservado, con sus
magníficas saeteras escondidas tras la vegetación, sus maravillosos grafitis de
barcos grabados en el estucado, su imponente estructura con extraños huecos y
esquinas. Era imposible no darse cuenta de que aquella estructura embutida en
la casa, y que la traspasaba hasta el Conservatorio, era parte de la fortaleza
medieval que había existido en la actual Plaza de la Paz y que la memoria
colectiva recordaba como el “Castillo de las Siete Torres”.
Temiendo que
las labores de desescombro fueran a mayores y conociendo los proyectos de
derribo que pesaban sobre la casa, denuncié inmediatamente el hallazgo ante el
Ayuntamiento, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y ante todos
los medios de comunicación locales. En pocos días fueron a visitarlo los
técnicos municipales, el arqueólogo provincial de la Consejería de Cultura,
todos los medios de comunicación y algunos curiosos como la duquesa de Medina Sidonia.
Los planes inmobiliarios que amenazaban a la casa se paralizaron, para disgusto
de muchos.
Los años
posteriores fueron una permanente lucha contra el olvido, los intereses
inmobiliarios particulares y la incompetencia
de las administraciones, incapaces de estudiar y preservar un bien cuya
importancia habían certificado a través de sus propios informes técnicos. Así,
cada cierto tiempo, la muralla iba perdiendo algo, tiraron la parte superior
con el argumento de que eran elementos añadidos, picaron, con la intención de
seguir desmontándola, gran parte de la cara que da a la calle Escuelas que
estaba llena de grafitis escondidos tras la cal y, al final, con el beneplácito
de las administraciones, sin haberse realizado ningún estudio arqueológico serio
como se había solicitado en repetidas ocasiones, tan sólo quedó el trozo que
hoy conocemos, sujeto por vigas metálicas y oculto dentro de un edificio.
Al menos, el resto de muralla existente prueba que
no fue un sueño, en contra de las opiniones de muchos historiadores de hace
apenas veinte años, el “legendario” Alcázar de las Siete Torres existió, hubo
una Sanlúcar antes de Guzmán el Bueno, tenían razón las Crónicas castellanas de
Alfonso X, las árabes del Rawd al
Qirtas, el propio privilegio rodado de Fernando IV y Velázquez Gaztelu que,
cuando expresa su hipótesis sobre la estructura originaria del Alcázar Viejo,
dice que la torre que sirvió de consistorio hasta 1550 “está inclusa hoy en el
Pósito antiguo, detrás de la alhóndiga, cuyos robustos muros aún se ven
patentes...”.
Aunque queda
casi todo por investigar, hoy cuando se escribe sobre la Historia de Sanlúcar
hay que hacer referencia necesariamente a nuestro pasado árabe, al Alcázar de
las Siete Torres y a todas las fuentes anteriores a la donación del señorío de
Sant Lúcar a Guzmán el Bueno.
Y cuando en
años venideros se escriba la Historia de la Sanlúcar de principios del tercer
milenio habrá que decir, con vergüenza, que no fuimos merecedores del regalo
que se nos hizo con la aparición de los “robustos muros” del Alcázar, que en
tan sólo diez años redujimos a la nada lo que los sanluqueños habían sabido
consevar durante mil años y que deberíamos haber preservado otros mil para las
generaciones futuras.
En
Sanlúcar de Barrameda, a 14 de enero de 2013
(1994-2004)
JUAN
ALCÓN ATIENZA
(Artículo cedido por el autor para su publicación en este Blog.)