Esta obra es fruto de un gran proyecto de
investigación de casos criminales ocurridos en nuestro país y en la América
Española, cuyo denominador común es el protagonismo eclesiástico como ejecutor
del delito. Estos crímenes y los juicios a los que dieron lugar, por sus
especiales características, conmocionaron a toda la sociedad de la época. El
carácter de los asesinos -todos eran hombres de la Iglesia- implicaba el goce
de un fuero privilegiado que les confería la inmunidad ante la Justicia Real,
por la facultad que tenía la Iglesia para juzgarlos en sus propios tribunales
eclesiásticos, lo que en la práctica traía consigo un mínimo, o en algunos
casos, inexistente castigo.
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